sábado, 2 de abril de 2011

Noroeste de Irlanda...¡MIRA un Narciso!


El viernes 25 de Marzo decidimos que era un buen día para irnos de ruta por Irlanda. ¿Dónde? Al Noroeste. 

Alquilamos el coche en el Aeropuerto de Dublín, para variar, en AVIS. Nos dieron un Ford Fiesta rojo  increíble, y desde ese mismo momento, empezó un fin de semana que iba a ser una mezcla entre peligroso, divertido y aventurero.

Salimos del aeropuerto alrededor de las 18’30 horas con destino Glen Columcille en County Donegal (http://www.panoramio.com/photo/20097986), una ruta de 4 horas y 27 minutos que se convirtió en una ruta de 6 horas (apenas nos perdimos…).

Desde Dublín hasta Enniskillen (County Fermánagh) por la N3. En Enniskillen cogimos la A4 que se convertiría en N16 en dirección Manorhamillton (County Leitrim), y ahí, empezó la locura. 

Nos “des orinábamos” como niñas pequeñas, de modo que decidimos parar en el siguiente pueblo que encontrásemos, denominado ROSSINVER. Cogimos la  R282 que se dirigía a ese pueblo. 

Cuando llegamos nos encontramos con un “pueblo” de dos calles, oscuro y bastante siniestro con dos bares, abiertos por supuesto (estamos en Irlanda). Paramos el coche y nos acercamos al bar que “pintaba mejor”, ¡INCRÉDULAS! Aïda abrió la puerta del bar y nos topamos con un sitio oscuro y penumbroso en el que se reunían unos 8 parroquianos formando un círculo y hablando en voz baja que, sinceramente, ponían la piel de gallina! Aïda cerró la puerta del mismo modo en que la había abierto pero con un sentimiento completamente contrario al que le había llevado a abrirla y volvimos al mismo sitio del que habíamos salido ¡EL COCHE!

Proseguimos la ruta por la R282 buscando la R281. 

Cuarenta minutos de camino de cabras de una estrechez asombrosa monte a través buscando alguna indicación hacía la R281. De golpe, un cruce. Señales con nombres de pueblos que no aparecen en el mapa, ¿R281? Ni idea. Nos basamos en nuestro instinto, bueno, me basé en el instinto de Aïda que era la copiloto. ¡DERECHA, DERECHA! Tras 10 minutos, vimos otro cruce. ESTABA INDICADA LA R281! La emoción de saber donde estábamos a las 10’30 de la noche nos sobrecogió! 

Seguimos aquel camino, cuando, al llegar a un pueblo, pegué el mayor frenazo del mundo por desesperación mientras le gritaba a Aïda ¡MIRA DÓNDE ESTAMOS! Habíamos vuelto al pueblo siniestro rodeando el monte de las narices ¬¬.

Logramos localizar la R281 que nos llevaría a Glen Columcille, un precioso y pequeño rinconcito en el Oeste del Norte de Irlanda en el que todas las señales e indicaciones están en un solo idioma, el GAELICO.  Al llegar a nuestro destino, sabíamos que iba a ser difícil dormir, pero no perdimos la esperanza. Habíamos reservado un Bed and Breakfast que pintaba bien y nos habían recomendado, pero claro, era la casa particular de una simpática señora de unos 80 años a quién habíamos dicho que llegábamos sobre las 22’30 y eran ya las 00’30. Sólo llegábamos 2 horas tarde. Lógicamente, estaba cerrada.

Bajamos de nuevo al “pueblecín” en busca de, como no, algún bar abierto en el que preguntar. Encontramos uno rápido y, sinceramente, era peor que el del pueblo siniestro. En este bar había 3 chicos de unos 21 años (uno con un toquecillo “dao”) reunidos con dos hombres más, uno de unos 30 y otro que rondaba los 60 quién tenía una conversación que parecía muy interesante (por los cojones) con una mujer de 30 y pico y, en gaélico señores! 

Preguntamos si conocían algún hostel o bed and breakfast por los alrededores pero, además de que nadie tenía ni idea, nos miraron con cara de: “¿ de dónde habéis salido putas locas?” así que nos fuimos del bar, y cuando nos habíamos montado en el coche, alguien golpeó la ventana (pegué un bote que ni os imagináis). Al bajar la ventana me encontré con uno de los chicos jóvenes que estaba en el bar, quién nos dijo, que entrásemos de nuevo que había un hombre que tenía un hostel.

Miré a Aïda con cara de “¡NI DE COÑA!” y Aïda solo sabía decir: venga, vamos corre, vamos a hablar con él, venga! A mi, me daba muy mala espina. Acabábamos de salir del bar de un pueblo con unos 160 habitantes en el que habíamos preguntado a los autóctonos  si sabían de algún sitio donde dormir, la respuesta fue más que negativa, y de golpe, sin pensarlo, ¿uno de los que estaba dentro cuando preguntamos tenía un hostel? Estoy convencida de que nos vieron cara de ¡GILIPOLLAS! 

Entramos en el Bar/Pub/casino y, al preguntar por el “dueño del hostel” nos dijeron que no se hablaba de nada hasta que tomásemos una pinta, una pinta que llevaba de adición un chupito de vete tu a saber qué. Tras 40 minutos de “de donde sois, que hacéis en Irlanda y porqué habéis venido a Irlanda”, salimos por patas. Ya se habían repartido el premio “pa’ ti la morena y pa’ mi la rubia”.

“Desandamos” el camino. Volvimos en dirección hacia el mismo sitio del que veníamos con la esperanza de, si al menos no encontrábamos hostel, localizar un “buen parking” en el que quedarnos. Finalmente vimos uno. ¡ERA NUESTRO PARKING! 

Todo iba bien, hasta que un cartel de “Quién descanse aquí lo hace bajo su propio riesgo” nos hizo pensar. Miré por el retrovisor y justo detrás teníamos un cementerio que, añadido al cartel, ponía los pelos de punta!

Al día siguiente nos despertamos en un parking que no era el del cementerio, ya nos habíamos encargado de localizar uno más…relajante. No sabíamos dónde estábamos ya que, de noche, poco paisaje se podía apreciar, y la verdad, que la sorpresa fue muy grata. Rodeadas de mar y monte, un sitio básicamente increíble que nos condujo a perdernos por carreteras secundarias en busca de parajes diferentes.
 
Esta entrada ya es muy larga, volveré con el día 2 y 3 esta semana!
xxx


6 comentarios:

  1. Moraleja: Pillad un puto GPS

    ResponderEliminar
  2. Y con GPS no habria nada que contar, anonimo!

    ResponderEliminar
  3. Pero qué decís, si toda yo soy un GPS. Sino hubiese sido por mi instino no sé dónde hubiésemos acabado!!!

    ResponderEliminar
  4. Me encanta!!!!

    Qué supergenial, aunque no acabo de entender todas esas vueltas en círculos!

    ResponderEliminar